jueves, 12 de abril de 2012

Al mal tiempo buena cara

Afrontar la crisis y la gestión de este gobierno autoritario y limitador de derechos es fundamental en el día a día. Es tan importante como la limpieza semanal en profundidad que se hace de la casa, como ir a la compra, como sacar a los perros...
Es cierto que la situación que vivimos es muy dura y aún no hemos llegado al cenit de malestar, pero no por ello debemos dejar de luchar por nuestro bienestar diario, dentro de las posibilidades que tenemos. Estoy hablando de aquellas personas que aún no estamos en una situación crítica, sino de los que nos encontramos al límite de lo aceptable. No olvidemos que perder el control, la calma cuando estamos aún en este estado puede precipitarnos al siguiente nivel: depresión, cansancio crónico, pérdida de empleo, aumento del malestar.
Mis consejos son sencillos y factibles en cada hogar. Veamos, ¿qué es lo que más nos cuesta pagar?

La factura de:
-         la luz
-         y el gasoil y gas. 

Debemos comenzar a ahorrar en estas dos cosas, pues son las que más nos sangran.

-         Sacarse el abono trasportes, aunque nos toque caminar más o “perder” tiempo en trayectos es muy ventajoso, no sólo por el ahorro económico, sino por el bien que le hacemos al medioambiente al reducir emisiones y a nuestro cuerpo por ejercitarnos un poco más. Además, reduciremos estrés y podremos reinvertir ese tiempo en lectura o en echar una buena cabezadita y relajarnos.
-         Ducharse en 3 minutos en vez de en 10 ahorra gas y agua. Beneficios: todos!
-         No pongas la calefacción a menos que realmente estés peladito de frío, ponte ropa abrigada y una mantita, o usa bolsitas de agua caliente como hacían nuestras abuelas. Comprobado, te acostumbras.


En cuanto a la luz, es importante:
-         no olvidar dejar las luces encendidas al abandonar una habitación
-         la luz del porche debe permanecer apagada
-         antes de acostarse asegurarse de desenchufar electrodomésticos que tengan piloto de stanbye
-         usar menos el horno y las placas de vitro, que son lo que con diferencia más electricidad consumen. Podemos sustituir este elemento por una plancha que economiza más, comer más ensaladas o productos en crudo.
-         Si compramos vasitos de plástico pequeños que rellenaremos de agua  y velitas de te podremos ambientar de forma barata, segura y muy romántica el salón o la habitación. Creedme, lo he probado ;)


Si tenéis más de un vehículo familiar y es posible sería ideal deshacerse de uno de ellos, venderlo o darlo de baja. Ahorras seguro, impuestos, multas, gasoil, mantenimiento... como dije antes, el autobús es una gran opción, al menos para parte de la familia.

En cuanto a la actitud ante los problemas económicos:

-         lo que más importa es la salud, no la maltratemos, o todo lo demás se agravará. Ese es nuestro pilar
-         hay que aguantar lo mejor posible, y si nos vemos obligados a pedir ayuda a amigos o familiares, o incluso ir a comedores sociales, no nos avergoncemos. Eso es luchar. Vendrán tiempos mejores.
-         Siempre se puede estar en una situación peor, y siempre habrá personas en situaciones más graves, de modo que aprendamos a valorar más lo que tenemos que aquello que nos falta
-         No nos avergoncemos de errar. Rectificar es de sabios. Si un negocio no salió bien o una idea, al menos lo habremos intentado.
-         De todo se sale, sino que pregunten a nuestros abuelos! 




No pretendo dar una lección de moral ni similares, solo incitar al pensamiento positivo, que es lo único gratuito que nos puede ayudar a ser más felices y eficientes en la situación que vivimos.

Que cada uno reflexione y encuentre sus propios argumentos para mantenerse positivos. 




viernes, 30 de marzo de 2012

Brevísima disertación sobre el equilibrio



El equilibrio reside en todas las cosas vivas e inertes, y todo elemento en desequilibrio tiene una tendencia natural a regresar al inherente equilibrio. Esto no significa que se deba equiparar equilibrio a acontecimientos o estados meramente positivos, sino que hay que entenderlo como un proceso por el cual se impone la homeostasis en un sistema que por la razón que sea  estaba descompensado. De este modo tanto experiencias positivas como negativas pueden formar parte de este cambio que se produce a largo plazo y que nunca tiene fin, pues el conjunto de elementos deben considerarse un metaorganismo en constante evolución y desarrollo. El equilibrio es la principal consecuencia de nuestros actos, aunque no siempre sea inmediatamente observable. Si nos movemos por motivaciones egoístas, entendidas como aquellas que únicamente nos benefician a nosotros mismos perjudicando a otras personas o seres, entonces llegaremos a un punto en el que ese sistema se desborda y busca regresar a un estado compensado. Inferimos que esto no significa que no debamos ser nunca egoístas, pues de todo se necesita un ingrediente, sino que si abusamos de dicha condición llegará un momento en que la insostenibilidad se haga patente y nos veamos perjudicados.
Entiendo este proceso como un componente de flujo de energías que nos unen con el resto de seres vivos y con los elementos que nos rodean en nuestra existencia, que no conoce tiempo ni espacio y que se comporta como un todo y no como el conjunto de sus partes. Es por ello que todo tiene sentido y todo tiene una razón de ser. No existe lo aleatorio, la suerte o la casualidad. Que no lleguemos a comprender la intrincada lógica de lo que nos acontece no significa que sea caótico o un sinsentido, únicamente que aún no hemos alcanzado  la sabiduría y la madurez “espiritual” para comprenderlo. Esta no es una palabra que me agrade, “espiritual”, pues es de controversia dado que en cada casa se comprende de forma diferente. No voy a entrar a debate al respecto, solo aclarar que mi visión de la misma es que somos algo más que una carcasa de carne y huesos, y que esto no es exclusivo del ser humano. Todo aquello que albergue vida es energía, y eso es lo que comprendo por “espíritu”. Pero hay otro tipo de energías que no están vivas propiamente dichas, como la tierra, la roca, el agua, el fuego... Esas energías están vinculadas a nosotros y en constante interacción con otras energías, tanto vitales como inertes, en permanente intercambio. En esto baso mi idea del equilibrio. Esto determina la salud física y/o psicológica y el bienestar del individuo, de las sociedades, de las demás especies de fauna y flora, del ecosistema, del planeta... Podría vincularlo a cientos de teorías de la biología, la psicología, la física y las matemáticas, como la teoría de la homeostasis, la teoría de la atracción, la ley de la proporción Áurea, etc. pero no es menester de este breve artículo entrar en estos detalles sino exponer mi visión personal de lo que en algunas religiones o creencias denominan karma.
Desde mis creencias entiendo que yo soy la única juez de mis actos, y que yo soy la que me pongo a prueba a mi misma a diario.  Asumo que todo lo que doy regresará a mi, sea bueno o malo. Asumo que mis dioses son mis amigos y hermanos y no mis jueces, no me salvan de mi mismo ni de los demás, ni mucho menos de mi destino, sino que me acompañan en el trayecto, interactúan con mi equilibrio y /o mi desequilibrio porque nuestra sangre es la misma.

Continuará...

martes, 28 de febrero de 2012

Sobre la paciencia, el estoicismo y la inteligencia emocional

"Señor, dame paciencia... pero YA!!!!!"


La paciencia, una de las mayores virtudes y de las más olvidadas, a mi modo de ver uno de los pilares de la inteligencia emocional. No se trata de sentarse a esperar con pasividad o indiferencia a que los problemas se solucionen solos, sino de aprender a asumir estoicamente la necesidad del paso del tiempo para que determinados cambios se produzcan, al igual que un bizcocho no se cocina solo ipso facto, sino que requiere energía y tiempo. El ser paciente sufre menos las adversidades, las afronta con mayor entereza y madurez. La paciencia es pues, un rasgo de madurez y de una personalidad fuerte y requiere entrenamiento y perfeccionamiento constantes.
Pero aclaremos en primer lugar ¿qué es la inteligencia emocional?
Según se explica en la propia página web de los autores de este término (http://www.inteligencia-emocional.org/preguntas_frecuentes/index.htm), la inteligencia emocional es “la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos propios y ajenos”. Podemos distinguir dos áreas: la intrapersonal, que reúne la autoconciencia, el control emocional y la motivación, y la interpersonal,             que comprende la empatía y las habilidades sociales. Resulta obvio que, si lo pensamos bien, la inteligencia emocional es la base de una convivencia y una interacción apropiada con nuestro entorno y con las personas que lo conforman.
Analizado desde este punto de vista podemos interpretar la paciencia como una faceta de la inteligencia emocional intrapersonal, que requiere un alto nivel de autoconciencia para poder identificar estados anímicos  de inquietud y desasosiego que nos permita ejercer un control emocional de forma dirigida e intencionada, es decir motivada, de modo que seamos capaces de recuperar un estado de homeostasis emocional imprescindible para un buen funcionamiento psicológico.
Otro concepto que considero interesante en este tema que tratamos es el estoicismo, sobretodo desde el punto de vista de la física. El cambio y el movimiento como motor creador de la vida, y el equilibrio como clave de su belleza y perfección, el lógos cósmico. Esta ley racional, aunque en el caso de la paciencia es un ingrediente esencial, no siempre es buena consejera, pues la objetividad pura no existe desde el momento en que un cerebro procesa lo observado, desde que el filtro ineludible de la subjetividad le dota de la imposibilidad de ser verdadero o universal. ¿A qué me refiero con esta afirmación? A que el vínculo existente entre paciencia- estoicismo e inteligencia emocional existe en tanto en cuanto entendemos que es relativo y no absoluto. Mi elucidación al respecto me dice que cada razón es personal y que aquello que llamamos razón universal es únicamente un patrón con ciertas similitudes pero que no representa en absoluto un funcionamiento psicológico único. Y posiblemente los entendidos consideren que estoy cayendo en una contradicción o en un error de comprensión, pero en cierto modo incluso esta afirmación apoyaría mi teoría. Es decir, no creo que el hombre, por el mero hecho de tener alma sea capaz de elucubrar la verdad de las cosas, o emitir juicios verdaderos, pues no creo que nuestra alma sea tan diferente de la de los restantes animales y por tanto no llega al nivel de conciencia o madurez suficiente para este menester.
Pero me he desviado de mi principal objeto, estudiar la paciencia. No es conformismo, no es pesimismo. Es optimismo y fortaleza. La paciencia se educa, se hace,  no nace, a pesar de que vengamos al mundo con  cierta predisposición, sin ensayo no hay éxito.  Aceptar que no tenemos control sobre todo lo que nos acontece nos dota de la capacidad de controlarnos a nosotros mismos. El mayor control es el autocontrol. Ejercerlo no siempre es fácil, pero es más justo para con nosotros mismos y con los demás. La paciencia es la energía, la actitud que nos lleva a ser justos, la mejor de las consejeras en momentos de debilidad o de conflicto, que va de la mano de la mesura y la  prudencia.
Y como decía Honrad Adenauer: “Caer no es peligroso ni vergonzoso, pero permanecer arrodillado es ambas cosas”, la entereza nos proporciona la dignidad necesaria para asumir nuestros errores y levantarnos, lo cual requiere de más paciencia que otra cosa.
Este escrito es un descarado elogio a la paciencia, la gran cordura que tanto cuesta respetar. Pero la gran pregunta que rondará por alguna cabeza es ¿sí, pero cómo? ¿cómo entrenar esta cualidad tan beneficiosa? He puesto de manifiesto su necesidad, sus grandes beneficios pero no he dado pistas sobre cómo lograrlo. En primer lugar porque yo misma me hallo en la tesitura de descubrir cómo, en segundo lugar porque creo que es labor de cada uno encontrar el camino que le lleve a su propia forma de paciencia. Sin esfuerzo no hay meta. No obstante estoy segura de que el primer paso es comprender de qué estamos hablando, contemplarla como una auténtica alternativa a la desesperación y al sufrimiento, absolutamente factible si nos lo proponemos. Y se empiezan con los detalles aparentemente más insignificantes del día, como esperar a ser atendido en un bar repleto de clientes o no caer en malas formas ante una mala contestación de un compañero de trabajo.
De modo que animo a todos a empezar a entrenar la paciencia, para así ser más equilibrados y justos, y por tanto un poco más felices cada día.