jueves, 17 de diciembre de 2009

Reflexiones sobre la ACTITUD



Niños y niñas, hoy hablaremos de: la actitud

La actitud es un tipo de conducta o predisposición conductual orientada a objetos y personas. Tiene una fuerte carga de motivación social y emocional o afectiva, por tanto es útil a la hora de realizar predicciones sobre la conducta del individuo. El componente cognitivo abarca el sistema de creencias, percepciones y representaciones mentales que la persona elabora de la realidad que le rodea. Por tanto es un concepto amplio que engloba tanto factores comportamentales, como cognitivos, emocionales, sociales y motivacionales.

Tras esta breve introducción que explica las nociones básicas del concepto, parece bastante obvia la afirmación de que nuestra felicidad depende en gran medida de este factor psicológico.
Si nos paramos a pensar la de veces que hemos escuchado: “ míralo desde otro punto de vista”, “el vaso está medio lleno o medio vacío” etc. nos daremos cuenta de las profundas raíces socio -culturales de nuestras actitudes.
Reflexionando a nivel ontológico nos percataremos de que en ocasiones mantener una actitud positiva es muy difícil. La sociedad actual parece nos haya educado para ser infelices, al menos para mostrar una fuerte predisposición a la discordia, que no a la disconformidad. Al contrario, somos una sociedad de borregos, que nos conformamos con salarios base ridículos y con vivir con mama y papa hasta los 35. No obstante nos encanta quejarnos de lo mal que nos va, de lo mal que gestiona el gobierno... ¿cuál es entonces la explicación para tan elevados niveles de abstinencia en las elecciones en este país? Nuestra actitud, ¿tal vez? ...
Por otro lado, las exigencias tanto del entorno como las que nos hacemos a nosotros mismos son con frecuencia poco realistas. Las consecuencias son altos niveles de frustración, baja tolerancia al estrés y trastornos de ansiedad y depresión. ¿Podríamos decir que nosotros mismos somos nuestro peor enemigo? No, pero tenemos el potencial para serlo, dado que el problema radica en lo más profundo de nuestra educación, nuestro aprendizaje y nuestra cultura. ¿Estamos condenados por nuestras actitudes a sufrir las consecuencias de una sociedad opresora, exigente y manipuladora? No, pues las actitudes son dinámicas y volubles y por tanto no nos veremos necesariamente subyugados a ellas en tanto en cuanto seamos conscientes de este proceso y tengamos la voluntad de ser dueños del mismo.
La conducta, la personalidad y el carácter de las personas se forma en función de la educación que reciben a nivel micro (familia, escuela, amigos) como macro (sociedad), pero también depende del factor genético, es decir, de las predisposiciones con las que nacemos para comportarnos, pensar y sentir de una manera o de otra. De esto se deriva lo importante que es para la futura felicidad de un niño modelar adecuadamente sus actitudes, enseñándole a discernir con toda la objetividad que sea posible la gravedad de o levedad de los acontecimientos para saber evaluar, interpretar y valorar adecuadamente su contexto.
Frecuentemente nos sentimos abatidos, cansados, desmotivados, tristes, disgustados por razones que a otras personas les parecerían nimiedades. La diferencia está en la actitud, fundamentalmente. La forma que hemos aprendido de enfrentarnos a situaciones molestas que nos causan conflicto es la que se ve reflejada en nuestras actitudes. Por tanto, podremos reaprender a catalogar el mundo y lo que en él ocurre para situarnos en ese otro punto de vista del que todos hablamos en estas situaciones. Se trata de, en otras palabras, alejarnos un poco y elevarnos si los árboles no nos dejan ver el bosque.
El cambio de actitudes es posible, pero no es fácil. Requiere mucho entrenamiento y tiempo. Lo que hemos aprendido durante años no puede pretender modificarse en unas horas. El primer paso es identificar cómo pensamos, sentimos y actuamos y qué es lo que pensamos, sentimos y hacemos en situaciones determinadas. Una vez que conozco el cómo, qué y el cuándo podré incidir sobre estos elementos deliberadamente y conseguir un cambio de actitud.
El elemento central en las actitudes es la cognición. Un cambio en la cognición (nuestro modo de pensar) lleva a un cambio emocional (cómo nos sentimos) y consecuentemente a un cambio comportamental (lo que hacemos). Esto lo podemos comprobar fácilmente. Pensemos en una situación reciente en la que hayamos vivido un conflicto y analicemos cada uno de los factores participantes.
La corriente psicológica denominada conductismo asegura que los tres elementos son la misma cosa y que incidiendo en la conducta observable (comportamientos) como inobservable (pensamientos) se logra el cambio. En este sentido, no nos diferenciamos demasiado de una rata ¿Es esta una postura simplificadora y reduccionista? En mi opinión, sí (pero esto sólo lo exteriorizo dada mi actitud negativa hacia dicha corriente, gracias a mi reciente experiencia con la misma).

Y con esto y un bizcocho....
XD

1 comentario:

Medea dijo...

Dice Ruymán que discrepa en la parte en que dices que no nos diferenciaríamos de una rata.

Él dice que en ese caso que expones, en la rata no puedes incidir en la conducta inobservable porque la rata no sería consciente o responsable del cambio de pensamiento que se produce.

En cambio, el ser humano sí es consciente de estar tratando de cambiar sus hábitos (conductuales) para cambiar su pensamiento (¨cogerle el gustillo a algo¨ sólo a base de repetirlo, aunque al principio no te lo creas mucho). Así que cree que el cambio es posible en las dos direcciones.

Besos,
P.D. Pati: Lo posteo yo con mi usuario porque Ruy no tiene, pero que conste que me lo está dictando! :)

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